por el mundo para declarar su victoria. “Llenos de gran poder, los apóstoles enseñaban que Jesús había resucitado y Dios los bendecía mucho” (Hechos 4:33). Estoy convencido de que si la iglesia cambiara su énfasis, al dejar la debilidad del pesebre y el pesimismo de la cruz, y enfocara más bien su atención sobre la vida y el poder de un Cristo victorioso, podría recobrar su gloria perdida. Vale la pena intentarlo.
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